viernes, 8 de julio de 2022

Histórico reencuentro después de 50 años

 




Integrantes de la Promoción Juan Velasco Alvarado.
Alumnos de la Promoción JVA. De izquierda a derecha (de pie): Evelio Mostacero Cuzco, Joel Caballero Saldaña, Carlos Mori Quilcate, Telmo Rodríguez Segura, Luis Eloy Plasencia Torres. En Cuclillas: Jacinto  Julca Chilón, José Linares Soto.


Equipos de vóley y de fútbol de nuestra Promoción.








Escribe: Luis Eloy Plasencia Torres


20 años no son nada y es un soplo la vida.../volver con la frente marchita/ la nieve del tiempo blanqueó mi sien”, dice el tango del extinto y afamado cantante argentino, Carlitos Gardel.

Hermosa canción que ha llenado de nostalgia a muchas generaciones, entre ellas la nuestra, compañeros de la promoción “Juan Velasco Alvarado”.

Pero nuestra nostalgia salpicada de lindos recuerdos, es más profunda quizás, pues no se trata de 20 sino de 50 años. Y tras ese prolongado tiempo transcurrido muchos de nosotros jamás nos hemos visto.

Hoy, como relata el tango (“volver con la frente marchita/ la nieve del tiempo platearon mi ser…”) volvemos con la cabecita blanca para reencontrarnos por las Bodas de Oro, como egresados del glorioso Colegio Nacional San Isidro. Pero los años no pasan por gusto, el tiempo nos ha mejorado: somos más sensibles, más tolerantes y más humanos.

Recuerdo que dejamos las aulas de nuestro querido colegio en 1972. Nuestra Promoción eligió el nombre del entonces presidente de la República, Gral. Juan Velasco Alvarado, soldado del pueblo que dirigió un gobierno militar revolucionario el cual fue iniciado el 3 de octubre de 1968 con un golpe de Estado institucional, y terminó el 29 de agosto de 1975.

Cabe recordar que el 24 de junio de 1969, el general Juan Velasco Alvarado promulgó la Ley 17716 de la Reforma Agraria e inició la expropiación de tierras de los hacendados para entregarlas al campesinado. “¡Campesino, el patrón no comerá más de tu pobreza!”, expresó el militar revolucionario, luego de suscribir la norma.

En 1972, por nuestra juventud rebosante de sueños y, sobre todo, por la formación y preparación que nos dieron nuestros profesores, abandonamos las aulas con el deseo de ser profesionales y trabajar por una vida mejor para nosotros y nuestra familia.

Pero también partimos con la consigna de nuestro general Velasco: desterrar la pobreza que golpea a las mayorías nacionales, y forjar un Perú libre y desarrollado donde impere la justicia social.

Desde aquel entonces, ha transcurrido medio siglo de luchas, triunfos y derrotas. En algún momento hemos caído, pero hemos sabido levantarnos para corregir nuestros errores. Y, fieles a nuestros ideales, continuamos bregando para cristalizar nobles anhelos.

Uno de esos anhelos es el reencuentro con los compañeros de la Promoción Juan Velasco Alvarado que, luego de coordinaciones y Dios mediante, se hizo realidad en conmemoración de nuestras Bodas de Oro como alumnos egresados.

Ello, indudablemente, nos ha causado una gran satisfacción.

En lo particular, antes de nuestro histórico reencuentro, me remonté a las magistrales clases que nos impartían nuestros profesores.

Imaginé, compañeros, que estábamos en clase con el profesor Carlos Angulo Florián, especialista en Lengua y Literatura. Lo vi con terno, cogiéndose el rostro como el poeta César Vallejo, cautivándonos con el relato de la novela “Don Quijote de la Mancha”, recreándonos una y otra vez con las aventuras caballerescas del enloquecido Quijote.

¡Pobrecito de aquel que estuviera distraído en otra cosa y no prestara atención a su clase! -Bueno yo lo escuchaba con extrema atención, porque me encanta la literatura, aunque hubo otros compañeros que probaron el sabor de su indignación.

El profesor Angulo, por ser un excelente educador, llegó a ser director de nuestro colegio.   

En ese mismo nivel estaban sus colegas Napoleón Rodríguez Díaz, y Saúl Fuentes Alvarado. El primero a cargo del curso de Anatomía, y el segundo dictaba Filosofía y Lógica. Grandes docentes, muy didácticos. Con su sapiencia, humildad y buen trato nos formaron como ciudadanos de bien.

Mención aparte merecen dos excelentes educadores los que parecían polos opuestos, pero que también dejaron huella en nuestra educación secundaria.

Me refiero al padrecito Luis Rebaza Neyra, quien nos enseñaba Religión y se comportaba como un santo en el aula. Su mirada era muy amigable, limpia, serena; hablaba con voz suave que acompañaba, de rato en rato, con una sonrisa. Nos hablaba del amor a Dios sobre todas las cosas, de amar al prójimo. No creía en la imagen de Jehová que era representada en los libros, reflexionaba: “Nadie ha visto a Dios, no sabemos si es gringo, negro, indio o chino. Lo que sí sabemos es que es inmensamente poderoso y fuente eterna de amor...”.

Amaba a su prójimo y no discriminaba a nadie. Bastaba que le hablemos de la palabra de Dios y de las enseñanzas de Jesús para que nos aprobara en su curso.

Del otro lado estaba el “temible” profesor Tomás Lean Tirapo con sus cursos de Física y Química. Nos obligaba a estudiar haciendo públicas nuestras calificaciones en el salón de clase. Decía, por ejemplo: Martínez Cervantes Eleuterio Casimiro, ten tu fay (five), lo que equivalía a decir tienes 05 de nota. Leía, en voz alta, nuestros nombres y apellidos completos y remarcaba el nombre que pocas veces utilizábamos.

Ello causaba hilaridad, pero también nos obligaba a estudiar para que nuestras notas fueran mejores.

Y como no recordar a los docentes Rodolfo Cabanillas Plasencia, y Óscar Del Águila Mendoza. Ambos joviales, amantes del arte, el deporte y de la aventura, emociones que compartieron con nosotros. Sus conocimientos y cualidades fueron aportes valiosos en nuestra formación.

Muchas cosas buenas hay que rememorar y decir de nuestros profesores. Pero resumo calificándolos como nuestros segundos padres, y excelentes profesionales. En donde ellos se encuentren, reciban nuestro eterno agradecimiento por ser parte de los momentos más felices de nuestra juventud.

De mis compañeros de clase solamente tengo gratos recuerdos que me inspiran respeto y estima hacia ellos.  Somos parte de la gran familia sanisidrina.  Parte de ella, estuvo en Tembladera -la hermosa tierra que nos vio nacer- para celebrar un aniversario más de nuestra alma mater, y las “Bodas de Oro” de la Promoción Juan Velasco Alvarado.

El reencuentro de nuestra Promoción -programado para el 02 de julio próximo- será histórico y, seguramente, se convertirá en un maravilloso recuerdo de nuestra vida.

¡Viva el glorioso Colegio Nacional San Isidro! ¡Viva la Promoción Juan Velasco Alvarado! ¡Viva el Perú!

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