jueves, 9 de septiembre de 2021

Mercantilistas del siglo XIX

 


 Escribe: Jaime Cruces Rosas.

En una especie de guerra santa, cada vez que sienten peligrar sus intereses, mineros y agroexportadores nos sueltan en mancha a sus escribidores en todos los medios a triturar a cuanto crítico se les atraviese en su camino, los privilegios de estas dos poderosas instituciones que se renuevan gobierno tras gobierno no deben tocarse.

Estas dos actividades económicas, gozan desde el siglo XIX de todos los privilegios y gollerías, no pagan impuestos o los pagan mínimamente, explotan a sus trabajadores y al Estado lo tiene para reprimir, sus defensores las tipifican de modernas y productivas y hasta nos cuentan el cuento que aportan la mayor cantidad de recursos tributarios.

Nada más falso, llaman moderna a la actividad minera que explota los recursos minerales a tajo abierto en la mayoría de proyectos destruyendo el medio ambiente, contaminando los ríos y lagunas o arrebatando derechos a las comunidades, exactamente como lo hacían en el siglo XIX.

Le llaman moderna a la actividad minera que durante siglos exportan piedras, hasta hoy no hay transformación, no hay valor agregado a las exportaciones mineras, las empresas extranjeras que en su mayoría tiene de mayordomos o socios a mineros locales, saben que tienen a los gobiernos de turno a su servicio.

Algo similar sucede en la agroexportación, gozan de todos los privilegios que los gobiernos de Fujimori y los que lo sucedieron les otorgan -y ahora les amplían-, pero tratan a sus trabajadores como en los años de la República Aristocrática, sin derechos laborales, sin un espacio para consumir un refrigerio y sin servicios higiénicos.

Son las actividades más rentables (no porque sean modernas) sino porque vivimos la época de los precios de los minerales, el oro que en los 80 valía la onza US$ 380 hoy bordea los US$ 2,000; y porque vivimos el boom de los productos del campo, el mundo mira las frutas y hortalizas, existe un mercado en crecimiento.

Gozan de un sistema de privilegios mercantilistas con exoneraciones e “incentivos”, por eso tienen pánico cuando escuchan hablar de reforma tributaria o de a cambiar algunos artículos de la constitución del 93, tienen al Estado capturado y reducido a la condición de gendarme.

El Presupuesto de la República se sustenta en los impuestos indirectos, el Impuesto General a las Ventas o Impuesto Selectivo al Consumo es decir en los impuestos que usted y yo pagamos todos días cuando compramos cualquier producto, porque ellos están exonerados

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