domingo, 7 de mayo de 2017

CARTA AL CIELO



 
Lima, 14 de Febrero del 2017
Señora:
BLANCA TORRES DÍAZ
El Cielo.-
Mi más grande amor
Blanquita, hoy hace exactamente un año que estás en el cielo, junto a Dios. Andresito -tu bisnieto engreído que hoy tiene dos años y al que todos queremos- también lo sabe y cuando le pregunto por ti alza la mirada sonriente y me señala tu nueva morada. Por eso es que te escribo esta carta a tu nueva dirección y le rogaré al Señor que, a través de sus ángeles, te la entreguen inmediatamente.
Empezaré esta misiva informándote que me siento muy apenado por tu ausencia. Tú más que nadie conoces mi corazón y sabes que detrás de mi rostro duro y mi sonrisa triste hay un velorio de llanto silencioso que será eterno por tu partida.
Que día tan especial escogiste mamá para dejarnos: El 14 de Febrero, el Día del Amor, ¿por qué lo hiciste? ¿Quizá quisiste que jamás nos olvidemos la fecha en que dejaste este mundo para reunirte con el Señor?
No sé por qué elegiste ese día tan tierno en el que los enamorados dicen y escriben poemas románticos para conquistar o profesar ese afecto tan especial al ser amado. Ese día donde el amor a la familia y la amistad afloran con expresiones y actos llenos de comprensión y ternura.  Ese día en que las flores y las rosas arrancan sonrisas y conquistan corazones con su hermosura y fragancia. Ese día en que con respeto se estrechan las manos, y con cariño se  palmotea la espalda de la humanidad en nombre de la amistad.
Ese día en que los parques con buen talante  ofrecen su sombra, sus fuentes, estatuas y sus flores a los enamorados que se besan apasionadamente ante los ojos del mundo sin importarles el qué dirán.     
¿Por qué ese día en que cada hogar se recoge para fortalecer los lazos del amor? ¿Madre mía, acaso ese día sufriste mucho los dolores de tu enfermedad y Jehová compadecido te llevó al cielo para festejar junto a los ángeles el Día del Amor?
Te fuiste madrecita y me alegra que vivas en el cielo donde no existe dolor ni sufrimiento, pero también siento una tristeza inmensa porque sé que jamás te volveremos  a ver los que te amamos. Y para consolarme recreo en mi memoria tu imagen y los momentos más felices de mi vida, aquellos que viví junto a ti.
Te recuerdo joven, linda, fuerte, valiente y trabajadora. Muy preocupada por nuestra alimentación y salud cuando éramos niños. Porque tú fuiste  madre y padre a la vez, después que falleció papá cuando yo tenía cuatro años.
Qué fortaleza  para criarnos y educarnos. Qué carácter y sabiduría para hacer de nosotros -tus hijos- ciudadanos de bien. Sólo con tu trabajo abnegado forjaste una familia digna y respetable. Dejaste nietos y  bisnietos y todos te amamos y veneramos por tu infinito amor y bondad hacia nosotros y al prójimo.
Blanquita, para mi fuiste la mejor madre del mundo. Así lo entendió Dios, por eso te dio larga vida -86 años- y luego te llevó al cielo, junto a él.
Gracias madrecita, por darme la vida, por enseñarme el lenguaje, por alimentarme, cuidarme y educarme. Gracias por tu amor puro y sagrado -me amaste a tu manera y entendí ese amor incomparable. Gracias por tu ayuda invalorable sin la cual quizás no hubiese logrado algunas metas.
Gracias por enseñarme a amar y respetar a Dios sobre todas las cosas. Por   haber escogido un hermoso pueblo para parirme y darme buena crianza. Por los años que viví junto a ti con mis hermanos, lo mejor que tuve en mi vida a pesar del dolor que nos causaba la pobreza. Gracias madrecita.
Quiero terminar esta carta pidiéndote perdón por no haber querido ver tu cuerpo inerte en ese frío ataúd. Te dejé con vida y me despediste sonriente con un beso -hacía pocos días- y quise quedarme con esa imagen tuya llena de amor y ternura.
Para mí nos has muerto, Dios te llevó al cielo. Allá nada te faltará, menos el verdadero amor que es escaso acá en la tierra y, generalmente, lo tienen las madres como tú para sus hijos. Pídele al Señor -que tanto te quiere Blanquita- bendiciones para nuestra familia y para tus amiguitas que siempre me hablan de ti con nostalgia y cariño.
Saludos para Jehová, Jesús, los ángeles, los apóstoles y para todas las almas buenas que te acompañan en el cielo. Te ama y extraña tu Eloy.

  
  


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