Por: Luis Eloy Plasencia Torres
Otro
recorte más al territorio del Perú, pero esta vez no se ha disparado ni
una bala en defensa de la soberanía nacional sino que se ha recurrido a
jueces extranjeros para que definan la propiedad histórica de nuestro
mar.
Es decir no se ha defendido lo nuestro con
cojones – con ese valor y sacrificio que lo hicieron Francisco
Bolognesi, Miguel Grau, Alfonso Ugarte, Justo Arias Aragüez, entre
otros héroes - sino con alegatos y decisiones de huevones – de gente
que cree que repartiendo territorio ajeno se fomenta la justicia y la
paz.
El 27 de enero del 2014 será recordado como un
día de traición y dolor para los que amamos el Perú. Jamás podremos
olvidar el rostro desencajado y los reclamos airados de Tacna, provincia
a la que, con el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La
Haya, se le ha arrebatado el mar heredado de nuestros antepasados.
Con
el fallo de La Haya, El Perú recuperó 50,284 kilómetros cuadrados de
mar -de los 66,680 que solicitó-pero en aquellas aguas la pesca es
escasa y Tacna no ha ganado nada, se quedó sin mar y sin recursos.
En
cambio Chile ganó 80 millas de mar peruano donde se encuentra la pesca
dorada, lo mejor en anchoveta -que se ubica dentro de las 10 millas de
la costa marina-, perico y pota. Allí es donde hay más cantidad de
cardúmenes. Además obtuvo 16, 352 kilómetros del área en disputa.
Así
se le paga al pueblo heroico de Tacna que defendió con gran
patriotismo el territorio nacional en la funesta Guerra del Pacífico
cuando los chilenos invadieron, saquearon y ultrajaron a varios pueblos
hermanos en complicidad del ex presidente peruano Nicolás de Piérola
quien se había convertido en Felipillo del gobierno de Chile, como
revela el escritor Antonio Gárate en su obra “Por 10 Centavos de
Salitre”.
¿Acaso ese dictamen internacional es la
venganza de los primos hermanos del bárbaro Atila y del ex dictador
sanguinario Augusto Pinochet quienes no pueden asimilar la derrota
plebiscitaria que hace 85 años les infringió Tacna al ritmo de nuestro
Himno Nacional y con el paseo apoteósico de la bandera peruana?
Ese
fallo, que es una ofensa a la memoria de nuestros héroes, fue recibido
con saltos y gritos de victoria por el presidente Ollanta Humala junto
a políticos acostumbrados a regalar o vender nuestra patria.
“En
total, el tribunal supranacional le reconoció al Perú más del 70% de
lo que pidió en su demanda”, afirmó el Presidente y aseguró que se
respetará el fallo de La Haya.
Esa euforia fue
reproducida en los principales medios de comunicación del país:
“Triunfó el Perú”, “Victoria Peruana “decían sus titulares.
Mientras
tanto el primer ministro, César Villanueva, trataba de calmar los
ánimos sublevados de los tacneños, prometiéndoles la implementación de
proyectos de desarrollo para esa provincia fronteriza cuyos pueblos
-en mayoría- carecen de los servicios básicos como son luz eléctrica y
agua potable, en pleno Siglo XXI.
Al día siguiente
del fallo de La Haya, el Presidente Ollanta envió un barco con marinos
para que hagan el reconocimiento del mar recuperado.
¡Puro
teatro para avalar una traición anunciada! que se venía cocinando desde
1,947, cuando el ex Presidente José Luis Bustamante y Rivero no tuvo
firmeza para rechazar la superposición marítima que Chile aplicó para
apropiarse del mar de Tacna, so pretexto de la declaración de las 200
millas.
A esa debilidad se sumó la torpeza del
dictador Manuel Odría quien –en 1,954- suscribió un convenio de pesca
con Chile, en uno de cuyos puntos se alude al paralelo como límite
marítimo. Después vinieron los acuerdos de1,968 y 1,969 firmados por
Perú y Chile en los que se ratifica una frontera marítima entre ambos
países que empieza en el paralelo que corre a través del Hito N° 1 y no
desde el Punto de la Concordia.
Todo un andamiaje
jurídico que Chile había levantado, con el correr de los años, para
quedarse con nuevas extensiones de nuestro territorio y mar de los
cuales se había apoderado ilegalmente, después de firmar el Tratado de
Ancón.
Con éstos y otros antecedentes diplomáticos
-plagados de errores y debilidad de nuestros gobernantes- que fueron
plasmados en tratados y acuerdos internacionales, el Perú jamás debió
ir a una corte internacional de justicia para recuperar sus territorios
que le fueron robados tras una guerra sangrienta y destructora, máxime
si el país invasor ni siquiera respetó ni cumplió el Tratado de Ancón
con el que culminó la conflagración.
Somos peruanos
y, como tales, conocemos que Chile nos arrebató las provincias sureñas
de Arica y Tarapacá -incluido su mar por ser territorios costeños-
mediante una guerra en la que hubo traición y rapiña.
Dice
la historia que “la guerra concluyó oficialmente el 20 de octubre de
1883 con la firma del Tratado de Ancón, mediante el cual el departamento
de Tarapacá pasó a manos chilenas permanentemente y las provincias de
Arica y Tacna quedaron bajo administración chilena por un lapso de 10
años, al cabo del cual un plebiscito decidiría si quedaban bajo
soberanía de Chile, o si volvían al Perú.
A la firma
de este tratado, el departamento de Tacna contaba con tres provincias:
Tacna, Arica y Tarata. En 1885, dos años después del tratado, Chile
ocupó la provincia de Tarata, la cual fue devuelta al Perú el 1 de
septiembre de 1925 por resolución del árbitro Calvin Coolidge,
presidente de los Estados Unidos.
Casi medio siglo
después, el 28 de agosto de 1929, Chile devolvió la provincia de Tacna a
Perú con la firma del Tratado de Lima, que contó con la mediación de
Estados Unidos y decidió que gran parte de la provincia de Tacna fuese
devuelta al Perú mientras que Arica y el resto quedara definitivamente
en manos de Chile.
Han transcurrido casi 85 años desde
aquel plebiscito glorioso en que el pueblo tacneño dejó a los
invasores con el rabo entre las piernas. Pero Chile, lejos de cumplir
el Tratado de Ancón, se adentró en el mar de Tacna y, en el colmo de la
desvergüenza y la ambición, lo reclamó como suyo ante la pasividad y
desidia de nuestros políticos y gobernantes que -aparte de firmar
tratados entreguistas- durante muchos años se hicieron los sordos y de
la vista gorda ante la invasión despiadada y astuta de los chilenos en
territorio peruano.
Fue el general Juan Velasco
Alvarado -que gobernó el Perú desde el 03 de octubre de 1,968 hasta el
29 de agosto de 1,975- quien estuvo a punto de invadir a Chile para
recuperar lo nuestro.
El “Día D” debía ser el 5 de
octubre de 1975, con un ataque masivo sobre Chile por aire, mar y
tierra, recuerda el Dr. Clemente Manco Villacorta, en su libro
“Realidad Nacional”.
Desgraciadamente, fue traicionado
por el general Francisco Morales Bermúdez, quien lo sacó del cargo en
la madrugada del 29 de agosto de 1975, mediante un golpe de Estado,
faltando escasos días para iniciar el ataque.
Si las
Fuerzas Armadas del Perú hubiesen atacado a Chile, habrían penetrado
hasta Copiapó, según reconoció el propio dictador Augusto Pinochet, y
habrían recuperado nuestra soberanía.
Después de
Velasco, nuestros gobernantes se han dedicado a desarmar,
prácticamente, a nuestras Fuerzas Armadas en nombre de la paz y la
integración con los países vecinos. Producto de ello es la pérdida de
territorio nacional tras la última guerra con el Ecuador y el recorte
de mar de Tacna con el fallo de La Haya.
Y es que la
soberanía nacional no se defiende con declamaciones románticas o de
buena amistad, menos desmantelando a las fuerzas militares. Tampoco con
tratados internacionales en los que casi siempre engatusan a nuestros
representantes.
No, señores políticos y gobernantes,
la soberanía nacional se defiende con las Fuerzas Armadas, tal como lo
ordena nuestra Constitución Política. Así como lo hacen otros países
que no ceden ni un milímetro de su territorio ante un país invasor.
Para
honrar a Grau y nuestros héroes de la Guerra del Pacífico debimos
sacar a los chilenos del mar de Tacna utilizando nuestras fuerzas
militares y no debimos seguir el juego del díscolo y cobarde ex
presidente Alan García Pérez quien a través de su embajador Juan Miguel
Bákula inició el proceso contencioso de La Haya.
Nuestra
soberanía nacional se debe defender con decisión y coraje, no con
puntos de la concordia, paralelos y otros argumentos que, en nombre de
la paz, utiliza la oligarquía para defender sus intereses económicos,
dejando de lado el sagrado deber de proteger a la Patria ante el
expansionismo chileno.
Los chilenos nos tildan de
cobardes porque nuestros gobernantes han recurrido a un tribunal
internacional para delimitar nuestra frontera marítima. Empero no deben
generalizar al dar ese calificativo que ofende a todos los peruanos,
porque el Ejército de Bolognesi, la Marina de Grau y la Aviación de
Quiñones están a la espera de nuevas órdenes para defender y recuperar
nuestro territorio nacional.
Ya es hora de que
gobierne otro hijo del pueblo, como el general Juan Velasco Alvarado,
para que rearme a las fuerzas militares y comande a nuestros valientes
soldados en defensa de la soberanía y la dignidad nacional.
El
fallo de La Haya -debido a su injusticia y por ser obra de huevones- no
garantiza la paz entre el Perú y Chile. Chile quiere más y hay que
defender a nuestra Patria con cojones.
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