Claudia Cisneros |
Es importante recordar que si existen los derechos laborales no es porque los empresarios así lo propusieron o felizmente aceptaron. Tampoco los estados o gobiernos. Los derechos laborales existen porque tuvieron que pelearse con uñas y dientes por los propios trabajadores abusados. Y existen justamente porque dejada al “libre mercado”, sin regulaciones mínimas, la asimetría entre quienes contratan y el contratado es insalvable. Los derechos conquistados son un intento de equilibrar esa asimetría; para que el gran empresariado no actúe con el abuso que le permite su posición de dominio. Ese mismo abuso, que generó la lucha que ganó estos derechos, es la que hoy vuelve a plantearse.
No se trata de demonizar al empresariado entero, pero quienes participamos de política no partidaria o partidaria sabemos, como que mañana saldrá el sol, que detrás de este nuevo recorte a los ciudadanos más jóvenes están los poderosos grupos económicos que utilizan al gobierno para salvaguardar sus intereses empresariales. La desaceleración con riesgo de recesión hace que estos empresarios prevean recortes de costos en sus empresas, el problema es que quieren que los jóvenes se sacrifiquen por ellos. El joven, aquel en camino de hacerse adulto, aquel individuo de la sociedad que está en formación, que busca un espacio en el mundo, una mejor forma de vida, que debiera sentir que su trabajo es apreciado, que lo dignifica, es el que subvencionará a ese empresariado con esta ley. A costa de legalizar el recorte de sus derechos ese empresariado subvencionará su ajuste a la desaceleración.
Es perverso usar el argumento de que, porque actualmente no tienen ningún derecho, esta ley en “algo es algo” los beneficia. Recortar derechos jamás será un beneficio, siempre será un retroceso. Y el gobierno en vez de permitir que se legalice la explotación a medias o explotación a secas de los jóvenes que no tendrán CTS, gratificaciones, solo 15 días de vacaciones, etc., debería fiscalizar y promover que se cumplan los derechos con todos.
Cuando Humala dice que sin esta ley el joven es sobreexplotado, en algo al fin acierta con honestidad involuntaria. Es sobreexplotado el joven al que no se le reconoce ningún derecho. Pero explotado a secas, al que se le quiere reconocer –como gran favor– menos de la mitad de sus derechos. Es legalizar la explotación con la coartada de que sin la ley son sobreexplotados.
Por eso es un hito que las movilizaciones ciudadanas hayan tenido como objetivo, por primera vez, un centro del poder fáctico como es la Confiep, síntesis de ese gran empresariado. El mensaje es: sabemos lo que hacen y no estamos dispuestos a aceptarlo más. Un gobierno colonizado por el empresariado y de espaldas a sus ciudadanos, diseñando leyes que solo benefician a los que más tienen en detrimento de los que menos. El gobierno salvándoles el bolsillo a los poderosos y pisoteando el de la futura familia del joven peruano.
Por eso también es hermoso lo que este gobierno y la Confiep han logrado en poco tiempo (sarcasmo). Si ellos querían tratar de pulpín (chibolo monse) a los jóvenes y pasarlos por encima, han despertado no al pulpo sino al Kraken de la conciencia social. Es hermoso ver a los jóvenes ocupándose nuevamente de lo que hacen los políticos y los poderes detrás de ellos, porque toman conciencia de cómo eso les afecta, afecta sus vidas, sus bolsillos, sus familias, sus futuros y esperanzas. Gracias Nadine, gracias Confiep por ayudar a despertar la conciencia social en estas nuevas generaciones con las que tendrán que lidiar las próximas décadas, porque una vez despierta, esa conciencia ya no duerme.
Está claro que esta ley se gestó en las entrañas del MEF y el Ministerio de producción. Que es una vergüenza que al ministro de Trabajo no se le haya siquiera pedido opinión. Ninguneado y luego alineado. Pese a la férrea defensa del gobierno, y el cinismo de los congresistas conversos de la boca para fuera, los jóvenes no se rinden. Nos vamos por la tercera marcha este lunes 29, 5 pm, Plaza San Martín. Y este Kraken no se detendrán solo con la derogatoria. Esto ahora va más allá: Ley General del Trabajo con derechos plenos a todos. Ni un paso atrás y nunca de rodillas. Siempre de pie. Nos vemos en las calles, que son del pueblo, no de un ministro histriónico, procesado por asesinato y de tendencias autoritarias.
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