domingo, 3 de septiembre de 2017

Trump saca la garra




Escribe: César Lévano (*).        
Hace casi dos siglos que un publicista estadounidense proclamó que el “destino manifiesto” de los Estados Unidos era adueñarse de toda América. Eso es desde entonces teoría y práctica del imperio. Ese es el hilo rojo, manchado con sangre, de la historia del imperialismo yanqui. El viernes último, el presidente Donald Trump ratificó que esa sigue siendo la estrategia de la Casa Blanca.
“No voy a descartar una opción militar”, ha dicho Trump. Y ha precisado: “Tenemos tropas en todo el mundo, en lugares que están muy lejos. Venezuela no está muy lejos”.
La amenaza no es solo verbal. Los Estados Unidos tenían en el 2008, según informó el Pentágono, 865 bases en 48 países. Analistas militares creen que hoy sus bases llegan a 1.250 ubicadas en cien países. En la América Latina poseen 36 bases oficialmente registradas, así como otras que no se mencionan, como las tres que tiene en el Perú.
¿Contra quién se preparan esas fuerzas? El caso de Paraguay sugiere una respuesta. Los gringos manejan ahí la base militar “Mariscal Estigarribia”, que puede alojar 20 mil soldados y que está cerca, ¡qué casualidad! del acuífero Guaraní, la mayor reserva de agua dulce del mundo.
Tampoco es casual que los Estados Unidos tengan puesta la codicia en Venezuela, que en la cuenca del Orinoco tiene la mayor reserva de petróleo y gas del planeta.
Sorprende que varios de los cancilleres que acompañaron la operación Luna en Lima sean de países que han sufrido invasiones y anexiones estadounidenses. Amigos peruanos me trajeron en días recientes el libro El socialismo latinoamericano, del economista y combatiente del sandinismo. En esas páginas hay un registro de las agresiones yanquis a países de nuestro continente.
México es la víctima mayor. Entre 1846 y 1848 los Estados Unidos se apoderaron de la mitad del territorio mexicano. Ese suelo está repartido entre los estados de Texas, California, Nevada, Utah, Arizona, Nuevo México y otros. En 1903, el presidente Theodor Roosevelt maniobró para separar a Panamá de Colombia. En compensación, Washington pagó a Colombia 25 mil dólares. En Brasil, en 1964, un golpe de Estado promovido por Washington derrocó al presidente João Goulart, quien había prometido una reforma agraria y nacionalizar el petróleo.
En 1981, el general Omar Torrijos, presidente de Panamá, murió en un accidente aéreo. Documentos desclasificados del Pentágono demuestran que fue víctima de un operativo de la CIA.
La lista es más larga.

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