Autor: Herriot Elmer Rodríguez Nomura
Es singularmente oportuno abordar la complejidad de los problemas
asociados a la vida de las personas en una sociedad dual como la nuestra, donde
de muy mala manera interactúan los diferentes agentes económicos. Una sociedad,
marcada por la irracional conducta de los agentes económicos vinculados a la
economía de mercado con su nueva dictadura asociada al mundo financiero, que ha
sido capaz de inventar perversas realidades, básicamente asociadas al poder
económico; realidades consideradas como las principales causantes del deterior
de las relaciones sociales y de la destrucción de la vida natural.
El mundo tiene una nueva economía, que es capaz de generar utilidades sin
ninguna participación en la actividad productiva: EN LA ACTUALIDAD EL GRUESO DE
LA ECONOMIA MUNDIAL ES DE ORIGEN TOTALMENTE ESPECULATIVO, QUE OPERA EN LAS
BOLSAS DE VALORES DEL MUNDO.
Resulta incomprensible la necesidad de las economías del mundo, por
lograr altas tasas de crecimiento del PBI, que solo significa altas tasas de
depredación de los recursos naturales, pero no para dar bienestar a la
población, sino para lograr en el corto plazo rendimientos acelerados en el
necio afán de acumular riqueza de parte de unos pocos empresarios que operan
desde Wall Street. Es el egoísmo humano en su más alta expresión es lo que le
da el SIN SENTIDO A LA NUEVA ECONOMIA, la fuente de todos los males del mundo
actual. Una economía que destruye la armonía entre los seres vivos del planeta
y que confunde el destino de los seres humanos con su accionar. Un accionar que
en los territorios andinos se manifiesta en conflictos por la necesidad de
extraer el oro; un metal cuyo precio internacional, se constituye en el
principal factor de depredación de la naturaleza.
Es la descontrolada ambición por la riqueza material, la que exige a la
nueva economía ejecutar todo tipo de intervenciones tecnológicas en el mundo
natural; intervenciones que son más veloces que las de la propia naturaleza,
afectando toda forma de vida. Son sus intervenciones ya sean de inversiones
productivas, especulativas o ya se traten de intervenciones estrictamente
económico - militares, las que lo llevan a tener que matar toda forma de
existencia ya sea se traten de animales, plantas o seres humanos y sin ninguna
razón para la vida misma; siendo su única razón, el alimentar el ego con más
riqueza. El mundo de la creación tímidamente protegido por los pueblos nativos,
vive una época de terror; son las disposiciones legales dictadas por el poder
político apoyadas con la manipulación de la información por parte de los
medios, con la manipulación del valor de la moneda ya sea con el tipo de cambio
o con inflaciones controladas en el corto plazo, con el uso de tecnologías en
actividades rutinarias de la vida o con el uso de todo tipo de armas, ya sean
químicas, biológicas, informáticas, o las llamadas bombas inteligentes, las
causantes de ese miedo colectivo; se ha construido una vida llena de temor e
inseguridad con tanta tecnología.
Lo que es peor, tenemos una sociedad intoxicada con tanta tecnología;
cuyo uso intenta llenar los vacíos existenciales generados con los diversos y
perversos conceptos asociados al poder económico.
En ésta nueva economía del oro, el poder del capital que sobrepasa los
límites políticos y administrativos de los países, es capaz de corromper no
solo a las organizaciones civiles, políticas, militares, sino que corrompe la
conciencia de los pueblos y la vida misma.
Como consecuencia de ésta irracional conducta, conscientemente en el
mundo se ha construido un inmenso abismo entre dos sociedades, donde la primera
que es muy pequeña, tiene la capacidad para deslumbrar con sus hábitos de
compra y la segunda que es la más grande, experimenta día a día la fragilidad
de la vida y que incluso, muere por no tener que comprar. Es la clara
manifestación de la exclusión social que se sustenta en la exclusión económica;
una realidad que marca las pautas para el control de las personas integrantes
de una sociedad al punto de que, su natural actitud emprendedora puede verse
frustrada.
A ésta realidad, en el mundo de la nueva economía del oro, se le llama
desarrollo; un punto de vista discrepante, ya que el auténtico desarrollo se
refleja en una sociedad sana, donde los lazos de amistad y de familia sean
fuertes, donde no se dé prioridad a lo individual sino a lo social, donde las
leyes naturales sean las que priorizan el concepto de lo nuestro sobre el
referido a lo mío; es simplemente hermoso recapacitar acerca del mensaje de Sri
Aurobindo: la vida cobra sentido en un mundo donde el yo es reemplazado por el
anónimo.
Este puede ser el inicio de una nueva conducta en aras del auténtico
desarrollo, que bajo una cultura prospectiva propia, permita hacer frente a los
desafíos de la nueva economía. Es el momento de cambiar la actual tensión
conflictiva entre el Gobierno y nuestros pueblos nativos, por una auténtica
tensión creativa y de cooperación.
Una reflexión importante en el contexto de los CONFLICTOS ENTRE EL ORO Y
LA VIDA, que surge de las complejas relaciones entre la nueva economía del oro
y la economía para la vida: en un mundo donde los pueblos que viven en terrenos
desérticos, realizan grandes inversiones por mejorar los suelos con la
finalidad de volverlos aptos para la agricultura y la ganadería, como lo ha
sido el Proyecto de Irrigación Chavimochic en la costa del departamento de La
Libertad en Perú; en los territorios andinos peruanos, los empresarios ligados
a las actividades mineras, realizan grandes inversiones para destruir los
suelos, que son aptos para la vida, justificado por el precio del oro.
(Prólogo del libro “Conflictos entre el oro y la vida”).
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