Por: Alberto Massa.
Presidente
Humala, usted compitió en la última elección como nuevo en política,
exceptuando el Andahuaylazo, distinto a una contienda legal. Ese intento fue
justificado por muchos por tratarse de Fujimori, a quien no quiero clasificar
como el peor gobernante, pues antes debería hacer un fatigoso estudio
histórico. Los presidentes calificados son pocos: caballeros, de mente lúcida,
accionar honesto y honrado, deseosos y dispuestos a liberarnos del lastre que
todavía soportamos. Los buenos gobernantes, hablo de los últimos setenta años,
terminaron por la felonía de uno o más ministros. Recuerdo con repulsa a Odría,
quien aceptó obsequios de sus adulones, construyó Unidades Escolares sin orden
ni concierto, para aprovechar los beneficios de la postguerra. Ciertas noches
bailaba ebrio sobre una mesa, rodeado de meretrices y alcahuetes, con un vaso
en la frente, mirando el techo, hasta que una caída lo dejó cojo hasta la
tumba.
Usted,
felizmente, ofreció en segunda vuelta la “hoja de ruta”, con variaciones del
plan inicial. Así evitó que volviéramos a Fujimori, Montesinos y Nicolás
Hermoza.
El
país acababa de sufrir una descentralización. Muchos presidentes regionales y
alcaldes provinciales, con una novedosa agenda de gobierno, venían malgastando
ingresos importantes, dejando al pueblo hambriento y harapiento. Algunos
formaron bandas de rufianes para asesinar con amparo. Construyeron paraísos de
envilecimiento, alentaron el sicariato, corrompieron autoridades de nivel
estatal, estimularon la minería ilegal e informal, practicaron el contrabando,
concedieron licitaciones a quienes más beneficios ofreciesen, alentaron cobros
de cupos a empresarios, dividiendo el botín con los malhechores.
Las
partidas destinadas a reconstruir Ica, Chincha y Pisco se agotaron sin
ejecutarse. Del Gobierno Regional de Huaraz solo salen a luz tropelías e
inmoralidades, crímenes y robos. He leído que al alcalde distrital de San
Marcos, región Áncash, lo detuvo la policía con 45 mil soles, cuyo origen no
puede explicar, otras dos camionetas todo terreno de su caravana personal, se
dieron a la fuga.
El
presidente de Cajamarca destruyó importantes proyectos mineros y ahuyentó
inversiones extranjeras, pero tres de sus consejeros están vinculados a
grabaciones que demuestran un chantaje, en dinero, a la minera Yanacocha.
El
presidente de Tumbes justificó un gran ingreso, por la frontera, de sábanas
bordadas sin declararlas, después alegó que eran obsequio para mujeres
paupérrimas. El mismo Gobierno Regional vendió 25 hectáreas en Punta Sal,
colindante a un moderno resort, por dos mil quinientos soles, cuando valen 21
millones de soles. La Contraloría investiga setenta casos similares. No sé si
el controvertido presidente de Iquitos terminará vendiendo la Amazonía,
incluyendo indígenas, a los “bandeirantes”.
El
alcalde Burgos, del distrito San Juan de Lurigancho, está acusado por un
desbalance patrimonial de mil millones de soles, soporta un proceso penal por
falsear su hoja de vida y el JNE lo acusa de publicidad indebida. Lo aquí
expresado son solo botones de muestra.
Destrúyalos,
presidente. Que la historia lo recuerde como quien hizo llover azufre y fuego
sobre Sodoma y Gomorra. Alguien, en un último artículo, se refirió al único
justo en dichas localidades bíblicas. Falso, no hubo un solo justo. La mujer de
Lot se convirtió en estatua de sal y sus dos hijas fueron preñadas por el
propio padre borracho. Arrase usted las tierras pútridas, pero no las siembre
de sal, para que alguien las recupere.
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