sábado, 1 de febrero de 2014

El día que Velasco quiso invadir Chile


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• Si se hubiera atacado en 1975, el Ejército Pe­ruano habría penetrado hasta Copiapó, según re­conoció el propio dicta­dor Augusto Pinochet.
• El “Día D” debía ser el 5 de octubre de 1975, con un ataque masivo so­bre Chile por aire, mar y tierra, recuerda el Dr. Clemente Manco Villacor­ta, en su libro “Realidad Nacional”.
PLANES DE GUERRA CONTRA CHILE
Uno de los objetivos prin­cipales del general Juan Velasco Alvarado fue la re­cuperación de territorios peruanos que fueron arre­batados por Chile en la Guerra del Pacifico. Se es­tima que su gobierno gastó dos mil millones de dóla­res estadounidenses en la compra de armamento a la Unión Soviética.
Según algunas fuentes, el gobierno de turno adqui­rió entre 600 y 1,200 tan­ques T-55, entre 60 y 90 cazabombarderos Su-22, y cerca de 500,000 fusiles Kalashnikov. Se dice que el gobierno estuvo viendo la posibilidad de comprar el portaaviones británico HMS Bulwark (R08) para apoyar la ofensiva.
El “Día D” debía ser el 5 de octubre de 1975, con un ataque masivo por aire, mar y tierra, pero los prepara­tivos militares no pasaron desapercibidos en Chile, que a su vez empezó a pre­pararse para la guerra.
El dictador Augusto Pino­chet tuvo un encuentro con el secretario de Estado es­tadounidense Henry Kissin­ger, en el que tocaron este tema.
Posteriormente Pinochet declaró en 1999 que si Perú atacaba Chile en 1975, el país habría sufrido una quiebra financiera y “el Ejército peruano habría pe­netrado hasta Copiapó”.
EL DÍA QUE NO ESTALLÓ LA GUERRA CON CHILE
Durante 1974 y 1975, la tensión prebélica subía y bajaba en Chile. Desde que el general Juan Velasco Al­varado iniciara en el Perú el mayor rearme de su histo­ria, el gobierno del general Pinochet se preparaba para enfrentar un posible ataque peruano. Y aunque pocas declaraciones bélicas se ha­bían cruzado, en Chile per­sistía la certeza de que, si pudiera, Velasco intentaría recuperar la zona de Arica, perdida luego de la Guerra del Pacífico.
A fines de julio de 1975, Velasco se apersonó al Pen­tagonito -sede del Comando de las Fuerzas Armadas-, revisó los planes, analizó los mapas desplegados y entre­gó sus últimas instruccio­nes. Luego partió a Arequipa con el fin de arengar perso­nalmente a las tropas: “Sol­dados -señaló emocionado-, en ustedes recaerá, para la historia, el honor de escri­bir la página más brillante del Ejército Peruano, cuan­do sus botas pisen nuestro suelo santo de Arica, recién entonces podremos decir: ¡Coronel Bolognesi, puede usted descansar en paz!”.
Hoy -38 años después-aún circulan innumerables versiones de porqué el pre­sidente nunca dio la orden de iniciar el ataque. Una de ellas –de origen peruano-relata que, cuando Perú se aprontaba a lanzar su ata­que sobre Chile, los satéli­tes estadounidenses regis­traron los movimientos de la tropa y la Casa Blanca fue quien detuvo a Velasco Alvarado. Para Estados Uni­dos, los vínculos peruanos con la URSS eran un fuer­te argumento para impedir la agresión, además de que a Washington jamás le ha interesado un conflicto mi­litar en Sudamérica, por las consecuencias que podría acarrear en esta área de su influencia.
Otra versión -recogida por la Marina chilena– apunta a que fue la fuerza naval peruana el gran freno para una incursión bélica. Sien­do la Marina la rama más derechista de las Fuerzas Armadas peruanas, con di­fíciles relaciones con Velas­co durante todo el gobierno, los altos mandos habrían declarado no estar listos en 1975, ya que su rearme ha­bía sido el más lento de to­dos y su poder de fuego se consolidaría sólo unos años después.
Sin embargo, más allá de las conjeturas, lo que puso punto final al peligro de guerra fue el derrocamien­to del general Velasco, en la madrugada del 29 de agosto de 1975. Paradójicamente, el hombre que lo sacaría de Palacio de Gobierno sería el mismo a quien el propio Ve­lasco había señalado como su sucesor, el Comandante en Jefe del Ejército, general Francisco Morales Bermú­dez, uno de los conspirado­res del golpe de Estado de 1968.
CHILE TEMIA LA INVASION
La revista chilena “Qué Pasa” publicó hace un tiem­po una larga serie sobre los preparativos que hizo Chi­le para defenderse de un ataque peruano en 1975. La versión mapocha sobre este tema es interesante, pues revela el clima de ten­sión que vivió el vecino del sur ante la inminencia de una ofensiva militar -bási­camente con tanques rusos T-55- del Ejército peruano comandado por el entonces presidente Juan Velasco Al­varado. Aquí unos párrafos de su informe:
“Arica, con una población de 90 mil personas, está en pie de guerra. El Ejército chileno se ha plegado -listo para el enfrentamiento- en la más grave crisis militar de las últimas décadas. Al otro lado del límite las tro­pas peruanas se levantan en una gigantesca movilización sobre la frontera con Chi­le. Desde Lima, el gobierno de Juan Velasco Alvarado, vuelve a alistar su poderosa maquinaria militar.
No es la primera noche y tampoco será la última en que los soldados ocupen trincheras y arenales, y en la que se teme que, final­mente, Chile y Perú se en­frenten en una sangrienta guerra. Durante meses de larga tensión, una y otra vez se repetirán los hechos. Una y otra vez Arica se apronta­rá a defenderse en esa larga espera que, desde hace más de un año y medio, vive el norte chileno.
Todas las Fuerzas Arma­das chilenas se han volcado al norte, aunque en Santia­go nada de la tensión que se vive se filtrará a la prensa”.

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