Escribe: Luis Eloy Plasencia Torres.
Otra victoria de Venezuela se dio el 23 de febrero del presente año,
cuando autoridades, pueblo y ejército dirigidos por su Presidente, Nicolás
Maduro, impidieron que el imperialismo norteamericano vulnere su frontera so
pretexto de ayuda humanitaria.
Ese intento criminal de los Estados Unidos (EE.UU.) en contra de Venezuela
fue apoyado por los presidentes de Chile, Colombia y Brasil -Sebastián Piñera, Iván Duque Márquez, y Jair
Bolsonaro, respectivamente- quienes recibieron y acompañaron a los gringos
invasores en su intento asolapado y fallido de generar una guerra para derrocar
al régimen socialista -en ciernes- de los llaneros.
Cúcuta, que separa a Colombia de Venezuela, y Santa Elena de Uairén, en
la frontera con el estado brasileño de Roraima fueron los puntos estratégicos
elegidos por los yanquis para penetrar en territorio venezolano con el cuento
de la “ayuda humanitaria”.
Aunque, de acuerdo a normas internacionales de solidaridad y paz entre
los países del mundo, ese tipo de ayuda
debe ser canalizada a través de las Naciones Unidas y la Cruz Roja
Internacional, mas no por un país agresor como lo es Estados Unidos de
Norteamérica.
Y es que detrás de este circo está la ambición desmesurada del imperio
norteamericano por el petróleo, minerales y otras riquezas que tiene Venezuela.
Por ello despotricaron y despotrican contra el comandante Hugo Chávez -el padre
del socialismo democrático en Latinoamérica- y también contra Nicolás Maduro
camarada leal y conductor valeroso de la revolución bolivariana.
La mayoría de las naciones del mundo conoce el corazón de Donald Trump
-imbuido de egoísmo y odio contra los migrantes latinoamericanos-, al extremo
que se apresta a construir un inmenso muro en la frontera con México para
impedir el ingreso de mejicanos, país hermano al que Estados Unidos, mediante
dos años de guerra (1,846-1,848), le arrebató la mitad de su territorio,
equivalente a 2 millones de kilómetros cuadrados.
Él, Donald Trump, ha impulsado la migración masiva de venezolanos, pero les
cierra las puertas de su país a los compatriotas de Maduro.
El Mandatario gringo que habla de compasión y ayuda humanitaria para los
pueblos pobres, se olvida de Haití. La historia devela, por ejemplo, que
Estados Unidos mantuvo una ocupación en Haití durante 20 años en los cuales
introdujo la segregación racial, el régimen de trabajos forzados y convirtió al
Banco Nacional haitiano en una sucursal del National City Bank de Nueva York.
Haití fue catalogado -junto a El Salvador y algunos países africanos-
como un "agujero de mierda" por el presidente de Estados Unidos
Donald Trump, según recogió el periódico The Washington Post, en el presente
año. En esa nación vecina, viven más de 11 millones de personas y la esperanza
de vida es de 64 años, según las estadísticas de la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL).
La pregunta cae de madura, ¿por qué Trump y sus ayayeros -Piñeira, Duque
y Bolsonaro y otros mandatarios serviles del imperio- no llevan ayuda
humanitaria a los haitianos y a otras naciones pobres de este continente que
sufren los estragos que produce el capitalismo
dependiente promovido por los Estados Unidos?
Según un estudio publicado recientemente por el Centro Estratégico
Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), el bloqueo financiero internacional contra
Venezuela -dirigido por Trump y sus aliados-
ha supuesto pérdidas de 350.000 millones de dólares en producción de
bienes y servicios entre 2013 y 2017, lo que equivale a entre 8.400 y 12.100
dólares por cada venezolano o al Producto Interior Bruto (PIB) de
aproximadamente un año y medio.
Esa crisis creada por el neoliberalismo es la que la oposición y los EE.UU.
pretendieron combatir con una “ayuda humanitaria” promocionada con artistas
internacionales.
Sin embargo, lo que digan los presidentes y las empresas periodísticas
subyugados al capital sangriento de los Estados Unidos ya no convencen. No hay
peor ciego que aquel que no quiere ver. El pueblo latinoamericano y millones de
ciudadanos del mundo vemos que el imperio norteamericano pretende
desestabilizar -con bloqueo económico y campañas mediáticas- al gobierno que
lidera Nicolás Maduro quien fue reelegido en elecciones democráticas realizadas
el domingo 20 de mayo del 2018 para el periodo 2019-2025.
En esa contienda democrática, el actual Mandatario de Venezuela superó
largamente a sus contendores por lo que fue reconocido como el primer
presidente que ganó unas elecciones con un margen de diferencia superior al 40
% con respecto al segundo.
Su histórica victoria fue reconocida por veedores internacionales, entre
los que destacó Rodríguez Zapatero, exjefe del Gobierno de España, quien
calificó la jornada electoral como pacífica. El dictamen del proceso también
tuvo el respaldo del Consejo de Expertos Electorales de Latinoamérica (CEELA)
cuyo presidente, el ecuatoriano Nicanor Moscoso, dijo que "estas
elecciones deben ser reconocidas por todos, porque son resultado de la voluntad
del pueblo venezolano".
Por su parte China, Bolivia, Rusia e Irán, entre otros países, llamaron a
reconocer dichos resultados electorales.
Empero, los enemigos de Maduro lo califican de dictador e incapaz para
gobernar y están pidiendo intervención militar extranjera para sacarlo del
poder y reemplazarlo por un títere de los EE.UU. como lo es el opositor Juan
Guaidó quien, siendo jefe de la Asamblea Nacional, se proclamó
presidente del país caribeño el pasado 23 de enero.
Esa pretensión invasora de Donald Trump y sus aliados es “justificada”,
hipócritamente, en nombre de la
democracia y de la crisis en Venezuela.
Aunque, hasta el momento, ha sido denegada por las Naciones Unidas e
incluso por el Grupo de Lima, porque al dar luz verde a esa incursión
sanguinaria y abusiva del imperio sentaría un peligroso precedente que
atentaría contra la paz, el desarrollo y la libertad de los países de este
continente y otras partes del mundo.
De otro lado, en la patria del Libertador Simón Bolívar, millones de
venezolanos han salido a las calles haciendo flamear su bandera nacional,
vitoreando el nombre de su Presidente y condenando la intromisión de los
Estados Unidos en asuntos internos de su
país.
Vemos, reitero, el bloqueo económico, calumnias y agresiones de los
yanquis y opositores en perjuicio de Venezuela -cuna de revolucionarios- , por
el solo hecho de que aquella Nación defiende sus recursos naturales y su
soberanía, y por haber escogido un régimen político, social y económico
distinto al capitalismo dependiente.
Pero también nos emociona ver la movilización masiva y la lucha heroica
del pueblo venezolano en defensa del socialismo, convencido que ha escogido el
camino correcto para arribar a un futuro mejor.
Por todo ello y en defensa de la democracia, de la justicia social, de la
libre determinación de los pueblos y la soberanía nacional, decimos: ¡Fuera
yanquis de Venezuela!
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