domingo, 3 de septiembre de 2017

San Mateo inundada de fe religiosa a Contumazá


En esa festividad aflora  la fe cristiana del pueblo contumacino que recorre las principales calles de la ciudad cargando en andas al Santo Patrón quien dejó la riqueza y los placeres mundanos para seguir a Jesús y predicar el evangelio.


La celebración más importante de Contumazá -junto a la conmemoración del aniversario de creación política de dicha provincia- es la festividad de San Mateo, Santo Patrón de la comunidad contumacina que es muy venerado porque se le considera muy milagroso.
Y uno de sus milagros que el Santo repite todos los años es atraer a la ciudad de Contumazá a cientos de contumacinos que radican en diferentes lugares del Perú y el extranjero.
En esa festividad aflora el espíritu religioso y la fe cristiana del pueblo contumacino que recorre las principales calles de la ciudad cargando en andas al Santo Patrón quien dejó la riqueza y los placeres mundanos para seguir a Jesús y predicar el evangelio.
El día central de festividad en mención es el día 21 de setiembre en el cual se desarrollan importantes competencias deportivas, misa y actividades culturales, incluso corrida taurina. Por la noche hay quema de vistosos juegos artificiales al son de fogosas marineras norteñas tocadas por armoniosas bandas de músicos.
Pero lo que más resalta, en ese día de gala, es la noche de baile con la participación de afamadas orquestas del momento en el que se divierten  no solamente gente contumacina sino también fieles que llegan desde provincias aledañas y de otras ciudades del país.
¿QUIÉN ES SAN MATEO?
San Mateo es llamado por dos evangelistas: Levi, ambos nombres son de origen judío. El último lo obtuvo antes de su conversión, el otro lo tomo después, para mostrar la renuncia a su profesión y que era un hombre nuevo.
Fue hijo de Alfeo, vivió en Cafarnaúm, en el lago de Galilea. Antes de conocer a Jesús se dedicaba a recolectar impuestos para los romanos, por lo que era un publicano. Entre los judíos, los publicanos fueron los más infames y odiosos porque esta nación los miraba como enemigos de la libertad que Dios les había dado, y como personas manchadas por su asociación con los paganos y la esclavización de sus compatriotas.
Los judíos los aborrecían, veían sus propiedades o dinero como fortunas de ladrones, les prohibieron su comunión y participación en sus actividades religiosas, cívicas y comerciales.
Con su oficio, Mateo había acumulado comodidades que crecieron por el cobro de un peaje que los pasajeros pagaban para viajar por el lago de Genesareth.
La Biblia refiere que Jesús, habiendo curado un paralítico famoso, salió de Cafarnaúm y camino por el lago de Genesareth observó a Mateo quien realizaba su trabajo de cobro de peaje y le llamó para seguirle.
Mateo -que llevaba el nombre de Leví- era un hombre rico, sabio y prudente, disfrutaba de un sueldo lucrativo y entendía perfectamente lo que seguir a Jesús le costaría. Pero él no tuvo miramientos y dejó todos sus intereses y relaciones para hacerse un discípulo del Señor.
San Mateo dice que un cierto aire de majestad brilló en la imagen de nuestro Divino Redentor y traspasó su alma y lo atrajo fuertemente. Este apóstol -a la primera invitación de nuestro Salvador- rompió todas sus ataduras, dejó sus riquezas, su familia, sus preocupaciones del mundo, sus placeres, su profesión y persiguió al Señor.
Su conversión fue sincera y perfecta. San Mateo nunca regresó a su oficio porque era una profesión peligrosa, ligada a la avaricia, opresión y extorsión. Y al convertirse -para mostrar su más grande felicidad- ofreció a nuestro Señor y sus discípulos una gran comida en su casa en la que también participaron sus ex compañeros de trabajo como si esperara que, por medio de la divina conversación de Jesús, éstos también fueran convertidos en cristianos.
Después de la ascensión al cielo de Jesucristo, San Mateo predicó por varios años en Judea y en los países cercanos hasta la dispersión de los apóstoles. Un poco antes de la dispersión escribió su evangelio, o pequeña historia de nuestro bendito Redentor para satisfacer a los conversos de Palestina.
Escribió su obra divina antes de los otros evangelios y el  apóstol Bartolomé se llevó una copia de ella a la India y la dejó en ese mágico país.
El Evangelio de San Mateo enfoca sobre las lecciones de moralidad de nuestro Salvador, y describe a su generación resaltando que las promesas hechas a Abraham y David fueron realizadas, respecto al nacimiento del Mesías de su semilla, tal argumento inducía de manera particular a los judíos para que creyeran en Jehová.
San Mateo, después de haber hecho una gran cosecha de almas en Judea, fue a predicar la fe a las naciones bárbaras e incivilizadas del Este. Él era una persona muy devota a la contemplación celestial y llevaba una vida austera, tenía una dieta muy rigurosa pues no comía carne y satisfacía su apetito con hierbas, raíces, semillas.
Sobre el apóstol San Mateo hay importantes revelaciones de santos y sabios: San Ambrosio dice que Dios le abrió el país de los persas, Rufinus y Sócrates afirman que llevó el evangelio a Etiopía, significando probablemente las partes sur y este de Asia; y San Paulino menciona que terminó su curso en Parthia.
Predicó entre los judíos por 15 años, incluyendo posiblemente a los que vivían en Etiopía y Africa. Sufrió martirio en la ciudad de Nudubaz y murió como mártir. Sus restos mortales fueron enterrados, honorablemente, en Hierapolis de Porthia.
Fuente bibliográfica: “Vidas de los Santos de Butler, Vol. III.”





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