domingo, 7 de mayo de 2017

La jornada de 8 horas nos sabe tan lejana



 
En el Día Internacional de El Trabajador, la CGTP anunció un paro general en defensa de los derechos laborales.

 Escribe: Arturo Rodríguez.

Hoy primero de mayo se conmemora el Día Internacional del Trabajador, cuyo antecedente histórico lo encontramos en la gesta de los Mártires de Chicago, quienes ofrendaron sus vidas por la consecución de la Jornada Laboral de las 8 horas, conquista que hoy en día, en tiempos de desregulación y flexibilización laboral, nos sabe tan lejana y hasta utópica.
Actualmente hay quienes solo hablan de conmemorar el “Día del Trabajo”. No es así. Se celebra el Día Internacional de los Trabajadores. Es entonces día de lucha y reflexión ante una coyuntura desfavorable para los que se ganan la vida con la fuerza de sus manos.
Nuestro país no fue ajeno a las luchas obreras por el establecimiento de las 8 horas; anterior a dicho derecho la jornada “normal” de un obrero era superior a las 12 horas diarias, sin dominical, ni vacaciones anuales, así como tampoco protección contra accidentes laborales; es de destacar en este período la denodada labor de Manuel González Prada y otros intelectuales de ideas anarquistas, y su decidido compromiso con el movimiento obrero realizando una labor de educación y concientización.
César Lévano, director del diario UNO, reivindicó en una entrevista el papel de panaderos organizados en sindicatos que realizaron huelgas en los años 1901, 1904, 1905, 1912 y 1918 hasta la consecución definitiva de las 8 horas en 1919.
“Eran tiempos difíciles. Estos hombres tenían que trabajar de noche, de doce a quince horas, en condiciones paupérrimas, y su despido dependía más o menos del humor del capataz de turno. Aun así se dieron tiempo y maña para organizar a los dispersos gremios obreros, escribir artículos, editar periódicos, animar veladas sindicales y fundar centros culturales en Barrios Altos, La Victoria, Vitarte y otros barrios de la ciudad. Dos de las cabezas visibles de este movimiento fueron Manuel Caracciolo Lévano y su hijo Delfín Lévano”.    
Gracias a estas luchas obreras, que contaron con el apoyo de una serie de intelectuales inspirados en Manuel González Prada, y posteriormente en José Carlos Mariátegui y Haya de la Torre, empiezan a lograr resultados concretos. Así, en 1913 se reconoció la jornada de 8 horas para los trabajadores del muelle y Dársena del Callao, y en 1919, durante el segundo gobierno de José Pardo y Barreda, se extendió a todos los trabajadores, gracias a una huelga general convocada por los gremios sindicales.
VIENEN SIENDO RECORTADOS
Es importante tomar conciencia que los derechos laborales que hoy en día aún son reconocidos (pero que vienen siendo recortados paulatinamente), no fueron gratuitos, por el contrario se consiguieron gracias a la lucha y unidad del movimiento sindical. Así, en 1911 se logró la Ley de Accidentes Laborales; en 1918 se reglamentó el trabajo de las mujeres y niños; en 1936 se inició el Sistema de Seguridad Social; en 1959 el Estado ratifica el Convenio 87 de la Organización Internacional del Trabajo sobre derecho a la Sindicalización y Negociación Colectiva; en 1961 se expiden las leyes sobre jubilación y vacaciones anuales, entre otros.
Desde que la dictadura fujimorista usurpó el poder en los 90, se impuso un modelo laboral desregulador y precarizador de las relaciones laborales, la privatización de empresas públicas, con el consiguiente despido de miles de trabajadores, la reducción significativa de la tasa de sindicatos, la eliminación de la estabilidad laboral, la reducción de la negociación colectiva y del ejercicio del derecho de huelga, entre otros, los posteriores gobiernos de turno solo han continuado dichas políticas.
MODELO FLEXIBILIZADOR
El actual gobierno, lejos de cumplir sus promesas electorales y sus compromisos firmados, se empecina en profundizar el modelo flexibilizador; en repetidas oportunidades el ministro de Trabajo ha anunciado su intención de liquidar el derecho a la reposición frente a un despido arbitrario, frente a ello el movimiento sindical en nuestro país aún es reducido, solo el 6% de la Población Económicamente Activa se encuentra afiliada a un sindicato, y por ende no logra articular una respuesta sólida frente a la arremetida empresarial.   
Este año la Confederación General de Trabajadores del Perú y diversas organizaciones sociales y políticas han r una serie de actividades por el 1º de Mayo, una fecha que nos debe llamar a la reflexión y unidad, queda mucho camino por donde volver a andar y recrear, en una época de globalización y flexibización cada vez más hostil a los derechos laborales, y sin embargo queda la esperanza y compromiso en una sociedad distinta, comprometida con el trabajo del hombre y para el hombre, como dijera Manuel González Prada en su discurso El Intelectual y el Obrero:
“Mañana, cuando surjan olas de proletarios que se lancen a embestir contra los muros de la vieja sociedad, los depredadores y los opresores palparán que les llegó la hora de la batalla decisiva y sin cuartel. Apelarán a sus ejércitos, pero los soldados contarán en el número de los rebeldes; clamarán al cielo, pero sus dioses permanecerán mudos y sordos… Al ver que el auxilio no llega y que el oleaje de cabezas amenazadoras hierve en los cuatro puntos del horizonte, se mirarán a las caras y sintiendo piedad de sí mismos (los que nunca la sintieron de nadie) repetirán con espanto: ¡Es la inundación de los bárbaros! Mas una voz, formada por el estruendo de innumerables voces, responderá: No somos la inundación de la barbarie, somos el diluvio de la justicia”.
La celebración del 1º de Mayo es importante en un contexto en que el Gobierno pretende imponer una reforma laboral dañina a los trabajadores, entre las que destaca la intención de hacer permanente los contratos temporales, la nefasta Ley Servir, las pensiones irrisorias, una nueva Ley Pulpín, el desmantelamiento de la Ley de Seguridad y Salud en el Trabajo, entre otros, que no han sido consensuados con los trabajadores.

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