Por: Rocío Silva Santisteban
Me
llamó la atención que la semana pasada Ricardo Vásquez Kunze, muy indignado en
Canal 10 –RPP, cuestionara a la CONFIEP y a su representante Alfonso García
Miró, por haber sostenido que el proceso de aprobación del Gabinete Jara en el
congreso era “sólo un trámite”. Vásquez Kunze dijo que para tal caso debería
gobernar directamente la CONFIEP en lugar de tener un congreso de
representantes. Con las grandes diferencias que tengo con Vásquez Kunze,
considero que su reclamo cuestiona la mirada reduccionista al tecnicismo que
proponen los gremios empresariales de lo que debe de ser un gobierno. La
representación política debe ser eso, política, y no técnica. Los liberales
también lo saben.
Pero
no he escuchado directamente ni a Vásquez Kunze ni a otros analistas políticos
liberales cuestionar otra forma de mermar la gobernabilidad: lo que se ha
denominado las “puertas giratorias” (revolving doors). Me refiero al mecanismo
aparentemente “técnico” por el cual funcionarios de empresas y gremios pasan a
ser funcionarios del Estado, benefician a sus empresas y gremios, y luego
regresan a sus puestos privados. ¡Y en medio hacen y deshacen políticas
públicas!
Esto
sucede de manera permanente en el MINEM: 1) durante el gobierno de Alejandro
Toledo, Hans Flury, asesor legal de Southern, fue ministro; 2) durante el
gobierno de AGP, Pedro Sánchez, funcionario del Banco Mundial (con inversiones
en varias empresas mineras), también fue ministro 3) Felipe Ramírez del Pino,
ex gerente de relaciones comunitarias de Yanacocha, pasó a ser director de
Asuntos Medioambientales Mineros del Ministerio de Energía y Minas, encargado
de aprobar la ampliación del EIA de Yanacocha; 4) Ramón Huapaya Raygada, ex
gerente de relaciones exteriores de Yanacocha, pasó a ser secretario de la PCM
durante el mandato de Cornejo. Son solo cuatro ejemplos concretos de que el
mecanismo se ha echado a andar en nuestro país para beneficio de los “200”.
¿Quiénes
son los 200? Me refiero a las 200 empresas que, al decir de Roxana Barrantes,
directora del IEP, conforman la base dura del PIB del Perú. El crecimiento pues
depende de un puñado y ahí, como ella también lo afirma, hay un juego político
muy peligroso, “quienes financian la campaña y sostienen los programas sociales
son los 200. Si quieres hacer un juego de toma y daca, no tienes que articular
partidos…” ¿Esa será la explicación por la cual los partidos en estas elecciones
(con grandes excepciones) son apenas garitas de resguardo de los intereses de
sus caudillos?
Tenemos
este menú: una institucionalidad débil, un gobierno cooptado por los intereses
de los 200; funcionarios en puertas giratorias permanentes para beneficio
económico de los 200; movimientos sociales con expectativas acumuladas y
frustradas por las sucesivas “traiciones”; uso de la fuerza pública permitido
al máximo sin topes racionales (Ley 30125, DLeg 1095); crisis del gabinete ante
el Congreso, un listado de hojas de vida de candidatos que parecen prontuarios
y una sensación de impotencia generalizada que se convierte en cinismo desde el
electorado. Prepotencia, frustración, cinismo: parece el caldo de cultivo de la
violencia. Ojalá que en medio del caos surja, más temprano que tarde, una
fuerza política con líderes apoyados en una amplia legitimidad social,
honestos, y que además sepan desafiar a los 200 y a sus representantes.
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Publicado en el diario La República, martes 26/08/2014
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