Escribe: Herbert Mujica Rojas
La crónica diaria da cuenta de
múltiples ciudadanos muertos a balazos en enfrentamientos o ajustes de cuentas
en cualquier zona de Lima. ¿Caen aquellos en marchas de protesta por el
obsequio cotidiano que hacen malos gobiernos de su patrimonio o riquezas naturales?
¡No, de ninguna manera! El asunto pasa por un palurdísimo enfrentamiento de
bandas que, como en el Chicago de los 20, sorteaban sus diferencias ¡a balazo
limpio! La estupidización de las masas es todo lo contrario a su rebelión,
aquella que Ortega y Gasset, describió en un libro sobresaliente.
El terrorismo violentista cerró,
desde años atrás, el círculo de mudez y silencio en las masas aterrorizadas por
muertes subitáneas, explosiones por doquier, crímenes insólitos, víctimas de
todo jaez, hombres, mujeres, niños y hasta mascotas.
¿Cómo puede aceptar el país que unos
adolescentes usen armas de fuego, anden por las calles esparciendo el terror
que sus artefactos dan y ejerciendo el insano propósito de buscar víctimas a
quienes incrustar sus balas?
Una pregunta sencilla: ¿cuántas
instituciones se preocupan de este fenómeno urbano que cobra vidas a cada rato?
De repente, como las organizaciones de nuevos gángsteres y sus gerencias, sólo
se ocupan de temas rentables y que dan dólares o euros, vía tallercitos, fórums
y folletería mal hecha, este acápite de que son protagonistas elementos del más
bajo nivel, no es interesante y tampoco da recursos, por tanto es deleznable.
¡Y que sigan las balaceras! Hasta que
uno de estos plomos nos acerque trágicamente a los sucesos. Tan ocupados están
de dar explicaciones y análisis a mil otras cosas, que si los del bajo pueblo
se trenzan con revólveres o pistolas, no es un capítulo que pueda conmoverles
porque NO trae dinero fresco y a la mano.
En los años 30, el país entero
remecía en sus calles y plazas el enfrentamiento de grupos sociales que tenían
por banderas el antimperialismo, la nacionalización de tierras e industrias, la
protección de los recursos patrios, el nacionalismo como bandera de
insurrección perenne y no pocas veces las colisiones fueron violentas, parte de
esa violencia institucional en que vive Perú desde el mismísimo 1821 con la
independencia de los hijos de los españoles que dejó en su sempiterna
esclavitud a vastos sectores mayoritarios del Perú genuino. Acaso, aquello
tenía licencia por la justicia de sus ambiciones.
La estupidización de las masas tiene
formas y variantes, se usa siempre a través de los miedos de comunicación que
obedecen sólo lo que las empresas pagan, normalmente para obtener silencio
acrítico, mudez cómplice, aborregamiento masivo e idiotez sempiterna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
PUBLICAR DESDE FACEBOOK
Sube un poco la página, para publicar con tu cuenta de FACEBOOK.
PUBLICAR DESDE GOOGLE
Si quieres que aparezca tu nombre:
Da click al lado de "Comentar como:" y selecciona Nombre/URL a continuación coloca tu nombre; el campo de URL lo puedes obviar, da click en continuar.
Luego escribe tu comentario.