Nuevas revelaciones: Velasco
sí había analizado el impacto internacional de su acción de guerra. Juristas
peruanos ya habían alistado “manifiesto” ante el mundo una vez que nuestro
ejército tomase Arica.
Continuamos con este Ciclo “LA HISTORIA JAMÁS CONTADA” en la que
referimos detalles no conocidos sobre un tema -por demás interesante y
polémico-, como la eventual invasión de Arica planeada por el general Juan
Velasco Alvarado en 1,975.
Es interesante, por lo demás, a falta de estudios de historiadores
peruanos, conocer el punto de vista de los propios chilenos.
Al respecto, publicamos el
resumen de un informe que escribiera en 1,975 el ex presidente de la Academia
Chilena de la Historia, embajador José Miguel Barros Franco:
INICIATIVA CHILENA PARA
EVITAR EL CONFLICTO
“El periodista peruano Augusto Zimmerman, ex jefe de prensa de Velasco,
ha revelado una iniciativa chilena para evitar el conflicto en 1975 que no
prosperó.
En efecto, el embajador de Chile en Lima, general don Máximo Errázuriz,
invitó a ese ex jefe de prensa de Velasco Alvarado a acompañar al Presidente
Pinochet durante su visita a la ciudad de Arica, entre el 6 y el 8 de febrero
de 1975. La siguiente es la versión de Zimmerman acerca de lo que ocurrió entonces:
“El 6 de febrero, por la mañana, partí a Arica para reunirme esa noche
con el Presidente de Chile, general Pinochet, quien había cursado una
invitación oficial que el Presidente Velasco aprobó. Desde que crucé la
frontera…mi impresión fue la de un escenario de guerra, con zanjas antitanques
por todas partes.
Cuando el general Pinochet me citó para una entrevista con su suite del
Motel Azapa, lo primero que me dijo fue que en la frontera se vivía un clima de
tensión y que esto ocurría porque los Presidentes de las dos naciones no se
conocían…
Finalmente, el general Pinochet me pidió transmitir al general Velasco su
deseo de reunirse aún en secreto. A esa sugerencia repliqué diciendo que el
Presidente del Perú deseaba también conocer al Presidente Pinochet, pero en
público, y que por el momento su rehabilitación física exigía su presencia
permanente en Lima.
Ante lo cual el Presidente de Chile planteó otra fórmula que me
comprometí a transmitir al general Velasco: una reunión en alta mar. Él tomaría
un buque chileno y el general Velasco un buque peruano. En el punto de reunión,
el general Pinochet no tenía inconveniente alguno en trasladarse a bordo de un
navío de la Armada peruana.
El encuentro de los Presidentes de Chile y Perú no llegó a concretarse”
(“Kausachum”, Lima, 25 de Agosto de 1982).
PINOCHET NO NIEGA QUE
“SUPLICÓ” A VELASCO
“En lo que lleva publicado de su obra “Camino Recorrido”, el general
Pinochet no alude a estos hechos y, por lo tanto, de ser exacta la
versión de Zimmerman, tenemos que imaginar que su intención de reunirse con
Velasco Alvarado en alta mar obedecía al propósito de jugarse personalmente, en
una finta diplomática del más alto nivel, para disuadir al gobernante peruano
de un curso de acción que sería nefasto para ambos países”.
JUSTIFICACIÓN DEL ATAQUE
PERUANO
“Hace años, al reflexionar sobre estas materias, me pareció evidente que
el general Velasco Alvarado no se podía haber limitado a proyectar una acción
bélica sin darle una justificación que la hiciera aceptable para la comunidad
internacional. Por impopular que fuera el gobierno militar chileno ante la
opinión pública mundial por esos años, era impensable que un país
iberoamericano atacara a otro sin dar diferentes razones que el poderío de sus
armas.
En 1983, el jurista Alberto Ruiz Eldredge Rivera, ex embajador de Perú en
Brasil, refirió que “El ejército chileno intentó invadir el Perú en arreglos
con el entonces Presidente de Bolivia, general Hugo Banzer”.
Hablando durante una “Mesa Redonda” sobre derecho del Mar, Ruiz Eldredge
dijo que entre el 5 y el 6 de Agosto de 1975 se produjo el intento, y si no
hubiera habido una medida militar enérgica (de Velasco) en ese momento, “el
Perú pudo ser invadido”.
Como se ve, la fecha indicada por Ruiz Eldredge para esta presunta
intentona chileno-boliviana coincide con la dada por Zimmerman. Me negué a
creer que se tratara de una coincidencia, y conjeturé que tal vez ese
pretendido ataque pudo haber sido pretexto que hubiera concebido Velazco
Alvarado para desencadenar su propia acción militar contra Arica.
Cuando el señor Ruiz Eldredge formuló las declaraciones que he transcrito
más arriba, me encontraba en Lima y tomé la iniciativa de ponerme en contacto con él para emplazarlo acerca de la
veracidad de ellas. Quedé defraudado porque se limitó a una respuesta evasiva,
diciéndome que “el Perú había tomado una iniciativa para frustrar ese ataque”.
Con los antecedentes de que disponía, estaba cierto de que una presunta
acción chileno-boliviana contra Perú era materialmente imposible y
políticamente absurda, pero me hizo cavilar el hecho de que la fecha que Ruiz
Eldredge daba para el pretendido ataque chileno-boliviano coincidiera
exactamente con la que, según Zimmerman, había elegido el general Velasco
Alvarado para desencadenar su propio ataque ¿Se trataba de vestir este ataque
con las apariencias de un acto defensivo?
Habría sido un recurso en el campo de los hechos, pero ¿dónde estaba la
aconsejable salvaguardia jurídica?
SI HABÍA JUSTIFICACIÓN LEGAL
E HISTÓRICA
“He aludido anteriormente a la confidencia que recibí acerca de una
movilización de letrados peruanos en Julio de 1975 (es decir, algunas semanas
antes del proyectado ataque contra Chile). Pienso que se les había encargado la
redacción de una importante declaración que contuviera alguna justificación de
ese golpe de mano en el terreno del Derecho.
Sobre el contenido de ese eventual documento carezco de antecedentes
porque mi informante no me proporcionó detalles; pero no me sorprendería que
entre los papeles del doctor Aramburú Menchaca se haya conservado el borrador
de un texto que, invocando respetables precedentes, justificara el ataque
peruano con el incumplimiento, por parte de Chile, de sus obligaciones
contractuales con el Perú ¡Astucias quiere la guerra!
En todo caso, así llegué a tenerlo cuando –ya en mi cargo de embajador en
Lima- analicé objetivamente todos los factores en juego. No se trataba de
transmitir simplemente mi parecer o mis fundadas sospechas. Aspiraba a que
nuestra Cancillería definiera una política positiva y se retomara una
negociación que, a la sazón, estaba virtualmente abandonada. Por eso desde Lima
expresé oficialmente el 24 de Junio de 1982: “Deseo agregar hoy a aquello que
he manifestado en otras oportunidades, mi convicción de que es de la mayor
conveniencia para los intereses permanentes de Chile la reactivación, por
nuestra parte, de gestiones que lleven a un desenlace la materia de las
“obligaciones pendientes” del Tratado de 1929. Cualquiera que sea la decisión
que se adopte en definitiva, sostengo que no beneficia a Chile en forma alguna
la prolongación de una actitud estática o renuente en esta materia”.
“Pero me asalta el temor de que, como aún quedan puntos incumplidos del
Tratado de 1929, en algún momento ciertos círculos peruanos se vean tentados a
buscar una revisión de ese Tratado, para lo cual el llamado “incumplimiento
chileno” diera pie o justificación ante la opinión pública internacional.
Al mismo tiempo, internamente, la cuestión podría ser utilizada para
enfervorizar a una masa popular que –particularmente en los últimos regímenes
militares- ha sido concientizada sobre la necesidad de “lavar la honra” y que,
en el fondo de su alma colectiva, aún no se consuela por la pérdida territorial
que derivó del triunfo chileno en el conflicto del Pacífico”.
(Tomado del diario chileno “La Segunda”).
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