Por: Carlos Bedoya.
Gregorio Santos ha cumplido de lejos el objetivo que se planteó al entrar
a la campaña electoral. El líder cajamarquino quería principalmente visibilizar
su condición de preso político, porque tiene casi dos años en prisión
preventiva de un juicio que aún no empieza y cuya imputación de corrupción no
corresponde con una medida judicial tan severa sin sentencia condenatoria de
por medio.
Valgan verdades, el gran poder de Roque Benavides (Yanacocha), uno de los
dueños del Perú, y el ojo con sangre de Ollanta y la prensa concentrada lo
tienen preso por haber representado la protesta contra el proyecto minero
Conga.
Goyo, como lo llaman en Cajamarca, acaba de confirmar su liderazgo
indiscutible en esa región del país y, de paso, que Conga no va de ningún modo.
Santos ganó la elección regional en 2014 desde la cárcel, y hoy repite el plato
ganando holgadamente la presidencial allí, habiendo salido solo una vez de
Piedras Gordas para el debate presidencial. Incluso alcanzó el segundo lugar en
Puno.
Goyo debió ir con el 1 para el Congreso en Cajamarca por el Frente
Amplio, seguido por Marco Arana con el 2. Así, los dos hubieran entrado al
Parlamento y el Frente Amplio pasaba a segunda vuelta. Pero la división de la
izquierda del año pasado que se resolvió al calor del ascenso de la candidatura
de Mendoza, no tuvo eco en Cajamarca, donde Tierra y Libertad de Arana y la
organización política de Goyo (exPatria Roja) no llegaron a un acuerdo
unitario.
Con todo, la izquierda ha sido una de las ganadoras en estas elecciones.
Primero, porque de estar discutiendo el no pasar la valla en enero, ha pasado a
ser segunda fuerza congresal con el huaico electoral a favor del Frente Amplio
en Cusco, Huancavelica, Apurímac, Ayacucho, Puno, Tacna y Moquegua. Segundo,
porque después de 31 años la izquierda va sola a una elección con posibilidad
de ganar el gobierno. Tercero, porque se renovó al son de la juventud de
Verónika Mendoza y compañía. Y cuarto, porque ha puesto temas como soberanía,
derechos, libertades y reforma política democrática en la agenda pública.
Si Verónika termina de unificar a la izquierda electoral y logra hacer
una oposición-resistencia combinando el trabajo congresal con la calle y su
liderazgo político, entonces la izquierda va a tener un rol protagónico en el
periodo que empieza este 28 de julio, y se colocará expectante para las
elecciones del 2018 y el 2021.
Para ello el primer reto de Mendoza se centra en la conducción del FA en
la segunda vuelta. Tanto PPK como Fujimori van a tener que proponer una especie
de Hoja de Ruta Social (como le llama Roberto Bustamante a las concesiones que
se esperarían para esta segunda vuelta) a fin de ganar la elección. Porque al
margen de los antis que tienen el lobista casi octogenario y la hija del
dictador preso, tienen que buscar los votos del Frente Amplio en el sur, los de
Goyo en Cajamarca y Puno, y algunos de Barnechea en Cusco, Apurímac y Lima,
entre otros. El dilema será mantener una posición antikeiko sin desdibujar el
proyecto del Frente Amplio
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